El lavadero era una infraestructura urbana muy necesaria en el siglo pasado, en su momento junto a la Canal daban un servicio esencial para las familias del pueblo. El lavadero, aunque con menor caudal de agua, superaba a la Canal en algunos aspectos como la proximidad al pueblo, además se nutría con el agua proveniente de la fuente, por lo que no se veía afectado por inconvenientes como el agua sucia en caso de riada en el Nágima o el corte del fluido por los riegos en las huertas.
El caso es que aquel pequeño lavadero donde nuestras madres y abuelas se deslomaban restregando ropa enjabonada contra la losa, dejó de tener utilidad cuando las lavadoras automáticas llegaron a las casas y el desuso permitió que se perdiera entre la vegetación.
Nadie parecía recordar aquella instalación tan ligada al duro trabajo y la pobreza de otros tiempos, hasta que estos románticos Amigos de Torlengua idearon su siguiente proyecto que ya ha dado frutos. Al ver esta imagen del lavadero con aspecto desolado y frío uno imagina otro tiempo en que siempre era primavera y ese humilde rincón del barranco rebosaba un frescor y olor casi selvático mezclado con el olor del jabón natural que usaban las mujeres, en aquel ambiente crecíamos los amigos de Torlengua preescolares, siempre cerca de la madre.
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