Nuestra asociación recupera la actividad tras dos años de letargo
pandémico, el sábado pasado hicimos la tradicional caminata hasta el monte y
como siempre disfrutamos de un magnífico almuerzo.
La parte negativa de este año es que los amigos de Mazaterón no pudieron acompañarnos por varias circunstancias, esperemos que el año que viene si que vuelvan a estar con nosotros.
En este enlace podéis ver las fotos y un pequeño montaje de Antonio Morón.
En nuestra excursión vimos los parajes esteparios y casi anónimos, con ojos de urbanitas acomodados no como los conocieron nuestros abuelos, para ellos cada paraje tenía nombre propio y utilidad específica, era el sustento de las familias.
El barranco, en la Cañada Honda, producía arena de calidad para construcción además de ser abrevadero perenne para los ganados, sin embargo, actualmente está intransitable por la maleza y escasea la arena por la falta de barrancadas. Más arriba pasamos por el Llano Concejo, donde ahora se plantan encinas truferas, antes había viñas de uva garnacha que daban alimento y vino a los torlengüinos.
Antes de entrar al monte, en el hoyo del Manso, vimos los viejos chopos, últimos testigos de que allí abundaba el agua, era el último oasis antes de entrar en terreno montañoso. Ya dentro del monte comprobamos que el chaparral resiste la seguía y sigue frondoso, quizás demasiado frondoso. En otros tiempos el monte aportaba todo el combustible necesario para 100 familias y para los 12 meses del año, era tan valioso como las centrales energéticas modernas y como tal requería la contratación de un guarda de leñas para vigilar el tesoro.
No vimos rebaños de ovejas que antaño fueron la mitad de la economía de Torlengua, el ganado era tan importante que requería para su protección hasta 70 corrales de campo en el término municipal. Las ovejas y cabras además de elemento económico eran esenciales en la limpieza de los campos, su ausencia ha hecho que los lugares más interesantes del pueblo como son el rio o todos los barrancos se hayan convertido en brozales espesos donde no crece vegetación fresca desde hace años, los animales no obtienen pasto y da miedo que un año de estos se produzca algún incendio.
Los que fuimos testigos directos de aquellos paisajes de vida de sostenible bebemos dar testimonio a las nuevas generaciones y más en los tiempos que corren.
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